lunes, 9 de septiembre de 2013

MADRID 2020: el hilarante fin de un mal chiste.

Debo decir que me ha sorprendido la euforia de las últimas semanas en torno a lo de Madrid 2020. Se creó tal clima que hasta yo mismo llegue a pensar que igual si era posible que se celebrasen esos juegos. Objetivamente siempre he pensado que Madrid no tenía la más mínima posibilidad, pero la atmósfera creada hacía pensar lo contrario.


Las reacciones iniciales tras la esperable derrota, como cabía esperar no pudieron ser más "españolas", palabras como tongo, injusticia aparecían por todas partes como sí lo de Buenos Aires no fuese más que el escenario en el que se iba a hacer oficial una victoria que ya se nos había comunicado, nada más lejos de la realidad.
Soy de la opinión de que España no debe de momento presentarse a unos juegos. España ya ha tenido unos y los ha tenido hace muy poco tiempo y creo que un país como el nuestro tiene que asumir que no le toca, no nos toca. Muy pocos países repiten, y los que lo hacen tienen un peso en el COI, en el olimpismo y en el mundo bastante más grande que el de España. España puede considerarse afortunada de que le hayan tocado unos juegos olímpicos. Repetir es para los importantes, EEUU, Reino Unido, Grecia (separados por más de un siglo a pesar de ser la cuna del olimpismo), Francia (no los celebra desde 1924), Alemania... Quizás nuestro caso sea más comparable al de Australia, dónde por cierto, ambas ediciones se celebraron separadas por 44 años.
Es decir, para que a España le caigan otros juegos, estos deben ser muy pero que muy prometedores. Y por muy buena salud de que disfrute nuestro deporte (algo bastante opinable si se mira con perspectiva) nuestra oferta no es en absoluto prometedora. Madrid es ciertamente una ciudad interesante, pero afrontémoslo, Estambul o Tokio son más sugerentes. Luego está la justificación de los juegos, ¿por qué el COI debe darnos unos juegos? No, que tengamos el 80% (o el 90% dependiendo de si es la primera o la última frase del discurso) de las instalaciones no es un argumento de peso, todo el mundo va a construir las instalaciones a tiempo, solo faltaría.

En 1992 resultaba difícil justificar que España aún no hubiese albergado una cita olímpica, además el país empezaba a mostrarse al mundo después de una larga dictadura y España empezaba a incorporarse a la modernidad y a Europa. Los juegos eran algo que resultaba apropiado (más o menos como ahora en Turquía o Brasil). Sin embargo en 2012 (¿a quién se le ocurriría la idea?) o 2020 España no tiene nada nuevo, nada sustancial que ofrecer al mundo, nada particularmente distinto con respecto a 1992.

Hablamos del buen momento del deporte español, pero ojo, no es precisamente el deporte olímpico el que pasa por su mejor momento. Tenemos algunas figuras deportivas, pero no somos esa potencia que nos creemos, mucho menos en deportes olímpicos y desde luego no en los deportes clásicos de las citas olímpicas como el atletismo o la natación (a pesar del notable despegue de este último en cuanto a resultados). Además, el lamentable estado de las federaciones menos mediáticas y la poca transparencia de casi todas la federaciones no nos hablan de un país sano deportivamente hablando. El discurso no mejora cuando supeditamos la salud del deporte a que nos concedan unos juegos ¡En serio! ¿De verdad que nuestro único plan consiste en chantajear al COI? "Cómo no nos deis los juegos el deporte en España se muere, vosotros veréis..." En qué quedamos, nuestro deporte es un ejemplo de salud o es un enfermo terminal.

Ya hemos visto algunos aspectos que por sí mismos ponen la candidatura madrileña al borde de la viabilidad, lamentablemente aún nos quedan otros aspectos muy relevantes como el doping. Lo siento, pero parece que en el resto del mundo no se creen a nuestros dopartistas, y la lamentable manera con que hemos cerrado los últimos grandes escándalos relativos al dopaje no nos da ninguna credibilidad. Que Marta Dominguez participe en una comisión del senado sobre el tema del dopaje y cuente con el apoyo de la RFEA cuando se sabe (aunque no sirva ante un tribunal) que está envuelta en una red de dopaje no nos ayuda. Que Zapatero y Rajoy solo se pongan de acuerdo para decir que Contador es inocente (mucho o poco pero ha dado positivo) tampoco nos ayuda. El movimiento se demuestra andando, y no diciendo que andas. Lamentable el papel de Alejandro Blanco, Odriozola y demás en esto. Lamentable tener sangre de dopados y no hacer todo lo posible por desenmascararlos. De verdad alguien puede dudar de que esa actitud extiende las sospechas sobre todo el deporte español.

Tampoco nos ayuda la situación económica, ¿en serio, un país que se está hundiendo económica y socialmente no tiene nada mejor en lo que invertir el dinero (que habrá que pedir prestado) que en unas "olimpiadas austeras"? ¿De verdad estamos privatizando la educación, la sanidad y sacrificando las condiciones laborales de los trabajadores pero unas olimpiadas son un buen negocio? 

Todo lo anterior es más que suficiente para tirar cualquier candidatura, pero Madrid 2020 todavía guardaba ases en la manga. La prepotencia expresada a la manera española, con la euforia inconsciente que ha precedido a cada uno de los palos que nos hemos llevado como país. La incoherencia de pensar que somos favoritos cuando en el resto del mundo éramos los últimos en todas las apuestas (¿de verdad creímos que solo dejarían votar a los madrileños?). La incoherencia de ir de austeros pero llevar la delegación más grotesca posible a Buenos Aires, no solo en cuanto al número sino en cuanto a los propios miembros de la expedición, sinceramente sigo sin tener claro que pintaban allí Rita Barberá o Amaia Salamanca (y no me he molestado en mirar detalladamente quienes eran todos y cada uno de los miembros de la expedición). Vamos una candidatura que va de austera pero que invita a todo quisqui a "hacer lobby" en Buenos Aires. También resulta grotesco la manera en la que primero celebrábamos a nuestros "lobbistas" y luego criticábamos el sistema de elección del COI.  


Ah, qué todo lo anterior no nos parece suficiente para tirar la candidatura (se ve que somos españoles), bien, aún tenemos más, un clásico, un lugar común, políticos manifiestamente incompetentes. Una cosa es no saber inglés, que ya de por sí es limitante y difícil de entender en escenarios internacionales, y otra muy distinta es hacer el ridículo de la lamentable manera que lo han hecho las caras más visibles de Madrid 2020. El COI no se ha reído de nosotros, nosotros hemos intentado reírnos de ellos que no es lo mismo. O mejor dicho, los de siempre se siguen riendo de los españoles de a pie. 

Después de repasar la grabaciones y los vídeos que han rodeado al evento, uno tiene la sensación de que la corrupción del COI la representan más los 26 miembros que nos han dado su apoyo que aquellos que nos lo han denegado, no se puede ir de serio por la vida y dejar a Ana Botella hacer lo que hizo. Si tu inglés no es bueno, ten la decencia de practicar el discurso, o búscate una traducción simultánea. 
Pero no sólo Ana Botella, el propio Alejandro Blanco ha dejado mucho que desear, en este sentido me parece particularmente lamentable el mafiosísimo mensaje dado tras la derrota "sabemos quiénes son nuestros amigos"... Seamos claros con esta gente no se puede ir a ninguna parte. Hasta el más republicano siente simpatía por el príncipe viendo los compañeros de viaje que le han tocado, tremendo el papelón de Pau y cía.
También merecen comentario las reacciones a la derrota que han sido en general tan lamentables como los preparativos para la victoria. Una ciudad con verdadero espíritu olímpico no se dedica a criticar a los rivales que la han superado, celebra el logro de las mismas  y celebra que haya una nueva ciudad dispuesta a celebrar unos JJOO y que la llama del deporte siga encendida. En una ciudad con espíritu olímpico la gente se va llorando e insultando al enterarse de que no va a ganar. En una ciudad con espíritu olímpico se mantiene la fiesta y se aplaude al elegido.
Lamentablemente en España a pesar del excepcional ejemplo que suponen deportistas como Nadal o Gasol seguimos sin tener ni idea de que va eso del deporte y el espíritu olímpico. Por eso hubiese sido injusto que nos diesen unos juegos, y en parte porque hubiese sido injusto, no nos los han dado. 

No señores, unas olimpiadas son algo más que adjudicar el 80% de las obras de una potencial villa olímpica, menos aún, cuando es razonable sospechar que el dinero de esas adjudicaciones se ha transformado en sobres en los bolsillos de las mismas personas que han ido a Buenos Aires a depauperar aún más la "Marca España" haciendo el ridículo delante de todo el mundo.

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